jueves, 8 de enero de 2015

Historias

Todo sucedió de forma muy extraña.
Un segundo estaba leyendo una historia imaginaria, con personajes imaginarios y conversaciones imaginarias.
Y al segundo siguiente se encontraba leyendo una historia real, con personajes reales... y conversaciones reales.

Pero qué extraño le pareció haber comenzado leyendo un libro, y terminando leyendo el mundo real.

Quizás esa era la gracia de leer, pensó. Lees libros con historias imaginarias, para aprender a leer las historias reales del mundo. 

Y comenzó a caminar... a leer. 
Las historias reales eran mucho más interesantes una vez que aprendías a leerlas.
Leyó la historia de un anciano abandonado al que todos socorrían menos quienes él educó.
La historia de un pobre hombre que temía a la vida con una ferocidad impresionante.

Y siguió caminando, y siguió leyendo.
Pero al cabo de un rato, quiso volver a las historias imaginarias, a los personajes imaginarios..
Las historias reales eran demasiado duras de leer, de observar siquiera.

Se encontró queriendo apartar los ojos de esas historias reales.

Quizás las historias reales no son para leerlas siempre, pensó. Quizás por eso hay escritores que publican libros, para que las personas que saben leer el mundo real puedan descansar de aquellas reales historias leyendo historias imaginarias.

De todas formas, ella no quería pensarlo en ese momento, por lo que simplemente se sentó y volvió a la historia imaginaria que había dejado.