domingo, 8 de febrero de 2015

Tinte

Y le era bonito llegar a casa luego de pasar tiempo fuera y ver el polvo acumulado sobre las cosas. Pensar que lo que le daba vida a ese lugar eran ellos.

Y a veces le incomodaba estar tan lejos de ella misma como para disfrutar del hogar, para aprovechar ese sentimiento. 

Y esa noche lo deseaba. Buscaba entre sus cosas el sentimiento perdido, el momento en que se sintió en casa.

Y habían tantos folletos e invitaciones nuevas, tantas cosas sin el color del sentimiento.
Tantas cosas sin polvo, sin vida.

Y quizás no tenían vida aún porque ella temía que tomaran ese color especial, que comenzaran a tener un significado.

De todas formas ella extrañaba aquel color acompañado del tiempo, de la memoria.
No buscaba aquel recuerdo para buscar en él un futuro. 
Sólo pedía una tarde, una cálida conversación en donde el pálido color de las cosas nuevas no la persiguiera como una sentencia.